Tenet (Christopher Nolan, 2020)

 


No tiene mucho caso comenzar a hablar sobre la última cinta de Christopher Nolan resumiendo la trama. Esta película parece haber sido concebida principalmente para aprovechar los goces que ofrece el cine más elemental: cámaras en reversa, cámaras lentas, coreografías... La gama de posibilidades que ofrece el medio para jugar con el tiempo. En ese sentido, en Tenet la forma y el fondo colaboran.  Las esquinas ultra complicadas de su laberinto narrativo, las nociones de ciencia ficción, los guiños a Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, las ambiciones realizadas o no: todo está puesto al servicio de los recursos primordiales de la imagen en movimiento y sus relaciones con el tiempo.

Nolan nos acerca en Tenet a un mundo onírico de mucho mayor calidad que el de Inception (2010). En sueños el tiempo es flexible, por supuesto, y estoy seguro de que muchos hemos tenido sueños que parecían cintas de James Bond compuestas por un calamar esquizofrénico. Sueños con una vaga sensación de heist movie, en los que nada parece tener sentido excepto por esa sensación de espectáculo y aventura a gran escala. El uso de la formidable banda sonora de Ludwig Göransson en combinación con las imágenes insólitas concebidas por Nolan le dan a Tenet la textura justa de uno de estos sueños.

En cuestión actoral debo decir que disfruté mucho de Kenneth Branagh haciendo el papel de un villano (un «oligarca») ruso de caricatura, en la genealogía más pura de la saga 007. No me quejo de que los personajes estén desdibujados —el protagonista ni siquiera tiene nombre. Es evidente que el propósito de Nolan no es hacer un drama psicológico basado en el estudio del comportamiento humano. Los personajes son marionetas a disposición del espectáculo, meros resortes y engranajes de la maquinaria colocados en el lugar justo para que el artilugio avance y haya cierto fondo de motivación con el que identificarse.

Creo que vale la pena arriesgar un poco el pellejo e ir a verla en pantalla grande. Quizá sus esfuerzos por hallarle sentido a la trama se agoten muy pronto. Si insisten saldrán con dolor de cabeza (como me pasó a mí), pero no podrán despegar los ojos de la pantalla y, aunque nada tenga coherencia, les aseguro que ninguno de ustedes se va a dormir.

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