Lista: asesinos seriales I
M (Lang, 1931)
Considerada por el director como su mejor película, M acerca la violencia al territorio de la poesía. La trama implica a un infanticida serial y una ciudad entera que se lanza en su cacería. Un globo volando hacia el cielo sin ninguna pequeña mano que lo sujete es la definición misma de imagen imborrable, mucho más poderosa que cualquier brutalidad corriente en el cine de horror. Al principio Lang tuvo problemas con el partido Nazi, que no pudo evitar proyectar su propia culpa asesina en el título de trabajo («Un asesino entre nosotros»). Aunque Lang pudo llevar a cabo su obra maestra sin la intervención de esa repelente turbamulta de golpeadores autodenominada partido político, los paralelismos entre el brote psicótico sufrido por el pueblo alemán y la historia del asesino de niños Hans Beckert—interpretado con fiero dominio por Peter Lorre— es escalofriante. Lang tenía el genio para, de pasada, sentar las bases de más de un género: la heist movie, mucho del cine de criminales, y el propio género de asesinos seriales, que nunca se podrá sacudir la influencia de esta opus magna.
Psycho (Alfred Hitchcock 1960)
Cuando dio por perdido el apoyo total de Universal, Hitchcock reunió al equipo de su programa de televisión para filmar su adaptación de la truculenta novela de Robert Bloch. La trama es conocida: Norman Bates vive bajo el pulgar de su madre-cuervo, regenteando un motel de ínfima categoría al lado de la carretera. Marion Crane es una secretaria metida en graves problemas. Sus destinos coinciden, para desgracia de ambos. El uso microscópico de la edición, la atmósfera enrarecida, la actuación de Anthony Perkins y la música inmortal de Bernard Herrman arman un castillo de horror que difícilmente será superado. Sería imprudente decir más.
The Texas Chainsaw Massacre (Tobe Hooper, 1974)
Es interesante ver cómo una de las películas más horripilantes jamás filmadas apenas contiene una gota de sangre. A diferencia de los repulsivos remakes y secuelas que provocó, la original de Tobe Hooper no basa su fuerza en la vulgaridad. Por el contrario, el autor se encarga de transmitir locura en dosis sustanciales a través de la atmósfera, la histeria, el calor sofocante. Todo esto con puro dominio del lenguaje cinegráfico, que aquí llega a alturas considerables. Pasar por esta película es caminar un pedazo del infierno.
Halloween (John Carpenter, 1978)
Considerada por muchos la legítima heredera de Psycho, esta pequeña película independiente se ganó el favor del público aunque recibiera el desprecio de la crítica contemporánea. Carpenter domina la gramática del medio, y en Halloween hay más de una secuencia merecedora de estudio atento. A pesar de estar dirigida al mercado adolescente, no es menor el lirismo con que trata el tema del Mal como fuerza independiente y cegadora. Como es común en el cine de Carpenter, el guión está poblado de torpezas; sin embargo, los baches son admisibles cuando nos vemos enfrentados a la profunda extrañeza del ambiente, que deja a la normalidad suburbana transformada en una permanente, inquietante amenaza.
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